Nace como una propuesta de diseño social que transforma el patio de la cárcel de Santa Bárbara, Antioquia, en un espacio de bienestar. Frente a la deshumanización del encierro, el proyecto propone cinco estaciones diseñadas para el encuentro, la introspección, el movimiento y la proyección de futuro. Estas estaciones no son objetos decorativos: son escenarios para reconstruir el sentido de sí, sembrar hábitos y restaurar la conexión con la vida. Incluso en medio del encierro, es posible volver a imaginarse.